May our voice sing today like a bird at dawn to give thanks for the good fortune that constantly flows into our lives, for all the abundance that the universe gives us and to which we can synchronize, for the love that arises from and towards us, for our relationship and communication with the supreme energies. On this day 7 Tz’ikin reminds us that luck is nothing more than being aware that we are the creators of our own reality, that at any moment we can connect to the energy of abundance, of love, and happiness.
Tz’ikin is the energy that opens the space for us to communicate with the supreme. This Ch’umil, represented by the bird of power, allows us to elevate ourselves towards the Heart of the Sky, to move through space-time without losing our connection to Mother Earth, to reach the higher wisdom, and connect with our deepest spirituality. The feathers, which represent the energy of this powerful animal, were used in ancient times by the rulers and Ajq’ijab’ as a symbol of their magic, power, and connection. Tz’ikin is the sacred vision, the capacity to see beyond the apparent. From its strength comes the vision of the future, for it is the Ch’umil that activates our dormant senses, that gives us the gift of intuition and vision. Its energy protects us and brings good fortune, opening possibilities in both the material and spiritual world; it is the luck, good relationships, and love that are activated through its power. Number 7 is a catalyst that drives us to move forward on the path of our life, it symbolizes the last step before reaching the summit. Its power impels us to go within, for it is in our inner self where we can find balance and harmony.
Que hoy nuestra voz cante como el ave al amanecer para agradecer por la buena fortuna que fluye constantemente a nuestra vida, por toda la abundancia que el universo nos regala y a la que podemos sincronizarnos, por el amor que surge desde y hacia nosotros, por nuestra relación y comunicación con las energías supremas. Hoy 7 Tz’ikin nos recuerda que la suerte no es más que el ser conscientes de que somos los creadores de nuestra propia realidad, que en cualquier momento podemos conectarnos a la energía de la abundancia, del amor y la felicidad.
Tz’ikin es la energía que nos abre el espacio a la comunicación con lo supremo. Este Ch’umil, representado por el ave de poder, nos permite elevarnos hacia el Corazón del Cielo, movernos por el espacio-tiempo sin perder nuestra conexión con la Madre Tierra para alcanzar así la sabiduría superior, para conectarnos con nuestra más profunda espiritualidad. Las plumas, que representan la energía de este poderoso animal, eran utilizadas en la antigüedad por los gobernadores y Ajq’ijab’ como un símbolo de su magia, poder y conexión. Tz’ikin es la visión sagrada, el poder ver más allá de lo aparente. De su fuerza surge la visión del futuro, pues es el Ch’umil que activa nuestros sentidos dormidos, que nos otorga el don de la intuición y la visión. Su energía nos protege y nos trae la buena fortuna, abriéndonos posibilidades tanto en el mundo material como en el espiritual; es la suerte, las buenas relaciones y el amor que se activan a través de su poder. El número 7 es un poder catalizador que nos impulsa a avanzar en el sendero de nuestra vida, simboliza el último peldaño antes de alcanzar la cima. Su fuerza nos impele a ir hacia nuestro interior, pues ahí es donde podemos encontrar el balance y armonía.